BITÁCORA DE LAURA DEL MAR.

Poemas y cartas; náufragos y sirenas.

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EL TEMOR DE UNA SIRENA... Poesías.

TEMOR DE AMARTE.

Y no quería aceptarte,
tenía miedo de amarte.
Me temblaban las rodillas
me erizaba cual ardilla
al sentir tus pasos fuertes
sentía cercana la muerte.

Me escondía tras los árboles
evitando el encontrarte,
por fuera me mostraba fría,
por dentro me consumía
en la hoguera de tus ojos
y me llenaba de enojo
cuando eludía el mirarte
deseando tanto amarte.

Era que presentía
que si te aceptaba moría
y mira que es la vida
la que me entregas hoy día
y en lugar de ocultarme
te espero en cada tarde
bajo la sombra del árbol
donde ayer yo me escondía
de tus miradas impías
que desnudaban mi alma
que hoy me entregan la calma.

Y no quería aceptarte
y hoy muero por amarte
la culpa la tienen tus ojos
que me entregan tus antojos
y esos tus besos traviesos
que me congelan los sesos
y me hacen escribir estos versos
donde te entrego mis besos
mi pasión y mi embeleso…
yo… que no quería amarte…



Hombre mío… ¡cuánto te he amado!
Es como saber que esta noche llueve
y que mañana el astro rey, allí estará.
Es como escuchar el susurro del viento,
el clamor del río, el trinar del ave,
y dejar que la lluvia me bañe para
luego extender mis alas y entregarme al viento…

TEMOR

Suave arrullo de mar
olas suaves que acarician
murmullo que me envuelve
serenata de amor
que brota de los corales
en las voces deliciosas
de seductoras sirenas.

Y en tu voz me invitas
y en mi temor me niego…
No quiero más… y todo quiero.

Y mis ojos desean escapar
navegar en otro mar
dejarse llevar por los rizos de tus brazos.

Y mis labios
gaviotas quieren ser
y volar… hacia el amor.

Y eso hago…
extiendo mis alas y vuelo a ti,
a ese amor que me ofreces.

Me detengo….
¡Temo! Temo amar
y sin embargo ¡lo anhelo!
Y más que un deseo
es necesario volver a sentir
el calor que envuelva,
la mirada que derrita,
el corazón que celera
y mi cuerpo que se envuelva,
queme y arda; susurre y gima
ante la hoguera ardiente… ¡de tu fuego

Porque valoro tu amor
aunque el mío…

CONFESIÓN...


Y si te dijera que un día
amé hasta desear morir
si me faltaban sus besos…

Y si te dijera que un día
escapé del mundo, del tuyo,
del mío y me refugié en su mundo,
y me perdí en sus campos
soñando recuperar
todo aquello… ¡perdido!

Y si te dijera,
que aquí me tienes,
acá estoy escuchando tu clamor…
y no estoy…
porque me quedé allí,
prendida a sus arrullos.

Y si te dijera que
puedo yacer en tu lecho,
descansar en tu morada,
hasta besar y aferrarme a tu cuerpo,
pero jamás... ¡Jamás!
lo podré dejar de amar.

Por eso callo.
Y si todo lo dijera,
no te gustaría saber que…
¡Amo! Y aunque
sobre tu almohada reposara
sobre tu brazo descansara,
sobre mi cuerpo regaras,
tus caricias y pasión…
jamás podré, ni podrás
arrancarlo de mi lecho.

Por eso hoy todo digo,
y nada entrego…
el amor no puede ser una mentira.

Has dejado de ser el poeta de la noche,
has pasado a ser el murmullo
que entrega el nuevo día, en medio del Parnaso.

GRATITUD...


Gracias por el amor que a mis pies
hoy entregas.
Gracias por la vida que me invitas
a continuar tomada de tu brazo.

Gracias por las miradas entre el deseo
que tu sentimiento hoy despierta,
gracias por los besos que rechazo
a sabiendas de que hoy entregas... ¡fuego!

Gracias…
¡No puedo decir sí!
y no lo crees,
te niegas a aceptar
que sea yo,
quien te rechace
y desee alejarse de tu vida.

No soy yo la mujer
que a tu vida le conviene,
mi valor no se mide en joyas
ni apellidos, ni lujos materiales.

Déjame seguir por mi sendero,
déjame levantar mi castillo a mi manera.
No acepto el amor que me obsequias,
No creo en él por más que ruegues.